A lo largo de estos 60 años, Frenosa no solo ha informado y capacitado a sus clientes sobre las características de sus productos, sino también de las condiciones en que deben estar todas las partes que componen el sistema de freno y embrague, ya que de esto depende los principios de seguridad y vida conformados en el diseño de estos sistemas en todos los vehículos. Así mismo siempre hemos hecho hincapié en resaltar las buenas prácticas mecánicas, para salvaguardar la garantía de que el freno o embrague alcancen su máxima eficiencia y durabilidad.
¿Por qué insistimos en el mantenimiento preventivo?
Esto te lo puede responder todo aquel que ha pasado por una situación de emergencia, donde se requirió usar el sistema de freno o embrague y este respondió perfectamente gracias a que se aplicaron los procedimientos adecuados.
Entonces volvemos a resaltar, en primer lugar, que el vehículo debe tener un mantenimiento preventivo antes de que presente indicios que obliguen a requerir servicio de frenos o de embrague. En segundo término, si ya está en la etapa de recibir un servicio y después de revisar la condición del material de fricción (pastillas, bloques, fajas, segmentos, forros), se debe chequear el otro elemento fundamental, la contraparte metálica (disco, tambor, volante o plato opresor) según sea el caso. Esto es relevante para el buen funcionamiento del sistema, pues el conjunto, material de fricción/parte metálica, es lo que finalmente van a interactuar para que el frenado o embragado sea preciso y seguro.
¿Y por qué debemos chequear esta contraparte metálica?
Los discos de freno, tambores, así como la volante o el plato opresor, son cuerpos metálicos que debido al rozamiento generan altas temperaturas, esto ocasiona un desgaste anormal en su superficie de contacto como excoriaciones, excentricidad, puntos duros, cristalización, surcos y pestañas, las cuales tienen que ser removidas. A esta operación se le denomina rectificado.
¿Por qué necesitaríamos rectificar?
Porque antes de instalar el material de fricción de reemplazo, se tiene que verificar que exista un buen asentamiento entre ambas superficies de contacto para desarrollar una fricción óptima y de máxima eficiencia. Para lograr esto debe haber compatibilidad de rugosidad y planitud entre ambas caras. Por eso se recomienda rectificar, respetando la tolerancia de desgaste especificadas por el fabricante. Si estuviera fuera de medida, debería cambiarse.
¿Es tu deber recomendar el rectificado?
Sí. Debes explicar que, si cambias el producto de fricción sin rectificar, éste presentará desgaste desigual y daño prematuro; con mucha probabilidad de que más adelante se produzcan vibraciones, traqueteos, ruidos, chirridos, deslizamientos, trepidaciones y otras molestias producto del rozamiento a presión contra un metal de superficie irregular. Tu recomendación, va a marcar la diferencia.